“Mis ojos están cansados, pero en lo profundo aún queda un rayo de esperanza tenue.” .Ni

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En una pequeña esquina de la ciudad, un perro callejero gasta sus últimas fuerzas luchando contra el frío, el hambre y la soledad. Su cuerpo, delgado y frágil, refleja los días de abandono, pero son sus ojos los que cuentan la historia más profunda: cansados por el sufrimiento, pero todavía iluminados por una chispa de esperanza.

Cada mirada suya parece suplicar silenciosamente por un gesto de bondad, un trozo de pan, o, mejor aún, una mano que lo acaricie y le diga que ya no estará solo.

El contraste entre su debilidad física y la fuerza interior de seguir esperando amor nos recuerda lo que significa la compasión. Ese rayo de esperanza que aún arde en su interior no debe apagarse.

 Este perro, como tantos otros invisibles en las calles, necesita una oportunidad. Una oportunidad de encontrar un hogar, un lugar donde el cansancio se transforme en descanso y la soledad en compañía.