💔 Abandonado en el mundo que una vez llamó “hogar”
Hubo un tiempo en que este lugar resonaba con un llamado familiar, una caricia y una mirada amorosa. Ese perro fue la alegría de alguien: corría a recibir a su dueño cada vez que regresaba, se echaba obedientemente a sus pies, creyendo que el amor humano es eterno.

Pero un día, la puerta se cerró. Ya no se oían pasos, ni el familiar plato de arroz; solo quedaban la cadena oxidada y el patio frío. Allí seguía, esperando, creyendo que volverían, porque para él, el amor nunca cambiaba.
Pero con el paso del tiempo, sus ojos se apagaron poco a poco por el hambre y la desesperación. Ya no buscaba comida, solo una mirada de compasión, una manita dispuesta a salvarlo.
Quizás lo más doloroso no sea el hambre, ni la cadena que se aprieta, sino darse cuenta de que la persona que más amaba había olvidado su existencia.
Y en el mundo que una vez llamó “hogar”, el perro sigue esperando, no por esperanza, sino por una lealtad que nunca sabe cómo abandonar. 🐾